Mi desafío

Me llamo Andriani, tengo 34 años y tengo un hijo llamado Odysseus. Soy chipriota y mi pareja es de Creta, Grecia. Estudié Química en la universidad de Patra. Llevamos tres años en Chipre, y los cinco anteriores vivimos en Creta, donde di a luz a nuestro hijo.

En Creta, tuve empleos temporales, y como no tenía experiencia previa en el campo que estudiaba, no pude encontrar ningún trabajo relacionado con ese ámbito. Poco antes de quedarme embarazada, trabajé en una farmacia durante seis meses en condiciones laborales precarias. Debido a la gran competencia en el lugar de trabajo, finalmente me despidieron porque no trabajaba 10-12 horas al día como se suponía que debía hacer todo el mundo. Durante ese tiempo, estaba asistiendo a algunos cursos en línea para enriquecer mi currículum, por lo que pedí a mi jefe que me dejara irme de la farmacia tras completar mi turno de trabajo de ocho horas. Esto les molestó y, como consecuencia, mi compañero de trabajo convenció a mi jefe de que no era lo suficientemente valiosa y me despidió en julio. En agosto me quedé embarazada y entonces fue aún más difícil encontrar trabajo. Mi pareja nos mantenía económicamente, y yo contribuía un poco haciendo y vendiendo productos cosméticos desde casa.

mi camino

Cuando di a luz, mi pareja siguió trabajando, pero ya era difícil mantenernos a los tres. Fui a visitar a mis padres a Chipre y me enteré de un trabajo aquí en el país relacionado con mis estudios. Fui a una entrevista sin pensarlo mucho y la empresa me dio una respuesta positiva. No queríamos dejar nuestra vida en Creta a pesar de las dificultades relacionadas con el empleo, pero estábamos muy estresados durante ese tiempo. Yo tenía 30 años y no tenía experiencia laboral, y me sentía insegura porque no tenía ninguna oportunidad de empleo. Mi pareja también trabajaba en un empleo que no estaba relacionado con sus estudios. Por lo tanto, decidimos intentar mudarnos a Chipre, aunque no nos resultó fácil irnos. Finalmente nos mudamos una vez que conseguí el trabajo. En la entrevista, mi jefe me había dicho en términos generales cuáles serían mis responsabilidades y el salario que recibiría. Cuando empecé a trabajar, me encontré con tareas diferentes a las que habíamos acordado durante la entrevista. Además, a final de mes, me di cuenta de que el salario era mucho menor de lo que habíamos acordado. En ese momento, me quedé en shock porque me di cuenta de que nos habíamos trasladado a otro país para conseguir un trabajo que no cumplía mis expectativas, ni en términos de tareas ni económicamente. A ello se sumaba una situación diaria de intensa presión y maltrato verbal. Me armé de paciencia porque sentía que, por un lado, era culpa mía que nos trasladáramos a Chipre y, por otro, quería aprender a sobrevivir en un entorno laboral, ya que nunca había tenido un trabajo fijo. Paralelamente, como madre, tenía que encontrar el equilibrio y la energía para combinar el empleo y la maternidad. Tras cinco meses de trabajo en este puesto, una mañana fui a mi trabajo y oí los gritos de mi jefe. Una compañera me dijo que no hiciera caso. La chica anterior estaba llorando y yo, sin pensarlo, decidí dimitir. Me dije que no toleraría otro día así en mi vida. Me lo debo a mí misma y a mi hijo. Se lo debo a él.

Más adelante, empecé a buscar un nuevo puesto en Chipre. Utilicé todas mis redes. Informé a todas las personas que conocía de que estaba buscando trabajo, amigos y familiares. Nunca había sido tan persistente para conseguir un trabajo. Llamaba y pedía trabajo a las empresas incluso antes de que abrieran puestos. En años anteriores nunca había mostrado tanta persistencia en la búsqueda de empleo. Al cabo de un tiempo, conseguí concertar una entrevista de trabajo con una empresa farmacéutica. Tras unos días, se pusieron en contacto conmigo para ofrecerme un puesto de trabajo.

mi éxito

Llevo casi tres años trabajando en esta farmacia y siento que he conseguido ser un miembro valioso de un equipo y ser respetada. No considero mi experiencia laboral anterior como algo traumático, sino como una lección para tomar decisiones más conscientes en mi vida y poder enseñar a mi hijo a hacer lo mismo en el futuro. Me sentía insegura de mis habilidades y quizás esa fue una de las razones por las que no pude encontrar un trabajo. No obstante, después de mi última experiencia en ese trabajo, sentí que podía hacer frente a todas las dificultades que se me presentaran. Medí mi fuerza personal. Mi hijo y mi pareja me dieron la fuerza para exigirme a mí misma y a mi entorno. Todavía siento que me da miedo dar nuevos pasos, pero al menos he visto que puedo darlos. Siento que en el futuro me será más fácil tomar una decisión de este tipo.