MI DESAFÍO

Soy una mujer española con una hija de 9 años.

Soy de etnia gitana, por lo que me casé muy joven, antes de cumplir los 17. Di a luz a mi hija cuando tenía 18. Durante los años que estuve casada con el padre de mi hija, dejé los estudios y no tenía trabajo. Según mi marido entonces, mi deber como esposa era dedicarme a la casa y al cuidado de mi familia.

Antes de casarme, sacaba unas notas bastante decentes en la escuela y me encantaba leer, pero en casa se reían de mí porque pedía que me dieran libros para leer.


Mis principales retos

• Hija pequeña
• Falta de educación y experiencia laboral
• Falta de recursos y apoyo

Mi camino

Cuando tenía 23 años, tras 7 de matrimonio, decidí pedir el divorcio, ya que no podía aguantar los celos de mi exmarido ni cómo me trataba. Cuando lo hice, toda mi familia me dio la espalda y se me amenazó. Sin embargo, para poder vivir mi vida en paz, me mudé a otra ciudad en la que conocía a una amiga que me ofreció ayuda.

En esa ciudad fui capaz de seguir adelante, pues pude trabajar como limpiadora (sin darme de alta en la Seguridad Social, como era de esperar) en diferentes casas, donde sufrí discriminación debido a mi etnia. Limpiaba por las mañanas mientras mi hija estaba en el colegio y la ayudaba como podía con los deberes por la tarde.

Después de un año, llegué a la conclusión de que necesitaba algunos cambios si aspiraba a poder permitirme algo más que un apartamento de 1 habitación. Mi objetivo era tener un trabajo a jornada completa en el que me dieran de alta en la Seguridad Social y un salario con el que pudiera darle una vida mejor a mi hija.

Mi éxito

Cuando me di de alta como demandante de empleo, el orientador laboral que trabajaba allí me habló de una fundación que se dedica a ayudar al pueblo gitano. Allí me dieron consejos sobre los tipos de ayuda económica que tenía derecho a recibir como cabeza de familia monoparental y qué pasos seguir para poder cambiar de trabajo.

Gracias a su ayuda, decidí poner en práctica mis conocimientos de cocina (conocimientos que obtuve de mi madre mientras crecía) y obtuve el certificado de manipuladora de alimentos. Desde entonces, comencé a trabajar como ayudante de cocina en el comedor escolar donde todavía sigo trabajando.

Para poder conciliar mi vida profesional y mi vida privada, mi hija va al aula matinal desde las 7:30 hasta las 9:00 de la mañana, y después a clase desde las 9:00. Cuando sale del colegio, tiene el almuerzo en el comedor escolar de 14:00 a 16:00, que es la hora a la que empiezan las actividades extraescolares, donde realiza actividades con sus compañeros/as del colegio y la ayudan con los deberes. De lunes a jueves, las actividades terminan a las 18:00, pero los viernes no hay.

Mi independencia económica ha mejorado nuestra calidad de vida.